El aceite gallego: un tesoro culinario en plena expansión
El corazón rural de Galicia encierra un tesoro culinario venerado por generaciones: el aceite gallego. Conocido como el oro líquido de la región, el aceite de oliva autóctono no solo es un componente esencial de la cocina gallega, sino también un emblema de su patrimonio agrícola y gastronómico. Especialmente el aceite de Quiroga.
Sabor, versatilidad y beneficios para la salud: las claves del aceite gallego
No cabe duda de que el aceite resulta un ingrediente insustituible en nuestra dieta, tanto por hacernos las comidas más agradables como por los grandes beneficios para nuestra salud. Y aún más cuando se trata de aceites de oliva elaborados con aceitunas provenientes de especies autóctonas ancestrales y con técnicas de cultivo sostenibles. Tal como sucede con el aceite gallego, principalmente el aceite del municipio de Quiroga.
De hecho, los buenos aceites, aquellos que son producidos de manera orgánica (de donde deriva gran parte de su calidad), destacan dentro de cualquier dieta humana por: proporcionar ácidos grasos esenciales y mejorar la absorción de vitaminas liposolubles (como la vitamina A, D, E, K); por elevar nuestros niveles de energía y, en materia gastronómica, por incrementar maravillosamente el sabor de los alimentos y su palatabilidad. En suma, este oro líquido es el artífice, en gran parte, del buen funcionamiento de nuestro organismo, así como de convertir una acción tan rutinaria como son las comidas en una experiencia sensorial.
Por tanto, una tierra que dispone de sus propios cultivos de olivos y que cuenta con los saberes necesarios para la producción de aceite local, puede considerarse una tierra rica en tradición culinaria. Y este es el caso de la gastronomía gallega; aunque no siempre se mencione a este alimento cuando se alude a nuestra enogastronomía.
El aceite gallego se distingue por su sabor excepcional y su versatilidad en la cocina. Con su aroma fresco y afrutado y su sabor equilibrado, con notas herbáceas y un ligero toque picante en el retrogusto, su perfil sensorial único supone el aderezo perfecto para una amplia gama de platos. Desde su consumo inmediato sobre una rebanada de pan recién horneado hasta condimento para ensaladas frescas, el aceite galaico potencia cada bocado con su carácter y suavidad inigualable.
A continuación, haremos un somero repaso a la historia y la apreciación gastronómica actual del aceite gallego, para finalizar degustando el afamado aceite de oliva de Quiroga.Siendo uno de sus mayores exponentes el aceite de oliva virgen extra Val de Quiroga, una joya gastro de producción limitada difícil de encontrar.
Historia del aceite de oliva en Galicia: tradición, innovación y sabor local
Pese a que Galicia no disfruta del clima mediterráneo ideal para el cultivo de aceitunas, los pequeños productores locales han demostrado una habilidad excepcional para adaptarse al medio gallego; cultivando variedades autóctonas como la aceituna brava y la mansa, así como otras variedades foráneas, como la arbequina; cada una de las cuales aporta matices distintivos al aceite final.
En efecto, desde hace siglos los olivares crecen en el campo gallego. Los primeros vestigios de la olivocultura galaica se remontan a la época de los romanos, quienes introdujeron la agricultura del olivo en la región hace más de dos mil años. Aunque el clima atlántico y las condiciones húmedas de Galicia presentaban desafíos para el cultivo de olivos, los romanos encontraron áreas propicias para su establecimiento, especialmente en las zonas costeras y en las tierras bajas del interior.
Ya en la Edad Media, la producción de aceite de oliva experimentó un notable auge en Galicia, impulsada por la influencia de los monasterios. En concreto, los monjes, hábiles agricultores y enólogos, promovieron el cultivo de olivos y vid, especialmente en la región de la Ribeira Sacra. En este sentido, a ellos se debe el establecimiento de almazaras y técnicas de cultivo que perdurarían en el tiempo.
Sin embargo, llegando al final de la época medieval, los Reyes Católicos promulgaron un edicto que prohibía el cultivo de los olivares en Galicia en pro de favorecer las regiones conquistadas de Al-Ándalus. Obviamente, dichas decisiones políticas se plasmaron en la ordenanza de pagar elevados impuestos o, caso contrario, talar los olivos. El resultado fue el inicio de una merma considerable del número de olivares y de la producción del aceite de oliva en Galicia.
A partir de ese momento comienza su declive hasta casi su desaparición. El motivo cabe buscarlo en múltiples factores como las fluctuaciones económicas, las guerras y los cambios en las preferencias alimentarias. Siendo de especial relevancia la introducción de cultivos americanos, como el maíz y la patata, que llevó a que el mantenimiento de los olivos fuese cada vez más relegado.
El aceite gallego hoy
Sin embargo, a pesar de dichos desafíos y del descenso de su número, los olivares gallegos continuaron formando parte del paisaje rural de la región.
En las últimas décadas, el aceite de oliva gallego ha experimentado un resurgimiento notable, motivado por el interés renovado en la gastronomía local, la búsqueda de productos de alta calidad y el peso del turismo gastronómico que promueve Galicia.
Así, en la actualidad, conviven dos políticas diferenciadas en cuanto al cultivo del olivo. Por una parte, se está fomentando la plantación de variedades principales, como arbequina y picual, para lograr una producción oleícola intensiva a corto plazo. Por otra parte, se incentiva la recuperación de olivos centenarios de las variedades autóctonas brava y mansa para elaborar aceites de oliva gallegos con un valor añadido.
Ciertamente, los pequeños productores gallegos han sabido apostar por la obtención de certificados de calidad y la sostenibilidad de sus óleos. Adoptando, para ello, técnicas de cultivo ecológicas que siguen la estela de la tradición heredada, pero sin renunciar a la innovación en la producción.
Su labor y compromiso con la recuperación de la cultura olivera ha dado sus frutos, y en los últimos años los olivocultores gallegos han cosechado premios en importantes concursos de aceite de oliva. Lo que ha contribuido a aumentar la reputación de Galicia como productora de aceite de oliva de primera calidad.
Hoy en día, el aceite de oliva gallego se ha consolidado como un producto de referencia en la escena gastronómica nacional e internacional, apreciado por su sabor único, su calidad excepcional y su vínculo con la tierra y la tradición.
Aceite de Quiroga: el tesoro culinario de Galicia
Pero si hay un tipo de aceite gallego que destaca sobre el resto, éste es el aceite de Quiroga.
Quiroga está enclavado en los paisajes ondulantes del sur de la provincia de Lugo, y su historia milenaria está indisolublemente ligada a un tesoro gastronómico: su exquisito aceite de oliva. Porque este municipio acoge en el seno de sus valles olivares centenarios que producen un aceite excepcional, que refleja la esencia misma de la tierra y el clima gallego.
En efecto, el aceite de Quiroga es apreciado por su sabor suave y afrutado, con un toque distintivo de frescura que lo hace único entre sus pares. Y es que cada gota de este preciado elixir encapsula siglos de tradición y pasión por la agricultura sostenible, reflejando el cuidado meticuloso con el que se cultiva y se cosecha en los campos de la región. Elaborado a partir de variedades endémicas, como la brava y la mansa, este tesoro gastronómico continúa siendo un símbolo de orgullo y tradición para los habitantes de Quiroga y de Galicia en general.
Prueba de ello es el mantenimiento del Molino de Aceite de Bendilló, situado en pleno valle de Quiroga, el cual se empleaba para la elaboración del aceite desde hace 300 años. Actualmente, tras su reacondicionamiento, se pone en marcha cada año durante la celebración de la Muestra de Aceite de Quiroga (en el mes de abril).
Así, desde la antigüedad, el aceite de Quiroga ha sido una parte integral de la dieta atlántica y, por ello mismo, es utilizado en una variedad de recetas tradicionales gallegas que van desde pescados frescos hasta pulpo á feira.
Para aquellos foodies que buscan experimentar la cocina gallega más genuina, el aceite de Quiroga debe ser un imprescindible en la despensa. Pues, gracias a su sabor incomparable, su excelente calidad y su autenticidad 100 % gallega, agrega un toque de refinamiento sorprendente a cada creación culinaria.
Aceite gallego Val de Quiroga: calidad y autenticidad en cada gota
Un ejemplo magnífico del delicioso aceite de Quiroga lo hallamos en los productos de la empresa Val de Quiroga.
En concreto, el aceite virgen extra Val de Quiroga se distingue por su enorme calidad, así como por su sabor, aroma y textura extraordinarios, que lo vuelven un producto culinario realmente exquisito. Ello se debe a que cada botella es el resultado de una cuidadosa selección de las mejores aceitunas gallegas cultivadas en los suelos de la Ribeira Sacra y cosechadas en el momento óptimo de madurez.
Este coupage de aceite de oliva virgen extra 100% se caracteriza por su sabor suave y armonioso, con notas frescas y afrutadas; que son el resultado de la combinación certera de diferentes variedades de aceitunas nacidas en Galicia: mansas, bravas, picual, arbequina, blanqueta y cornicabra.
Así pues, estamos ante un aceite de oliva genuinamente gallego ideal para acompañar a una amplia variedad de platos y otros usos culinarios tradicionales. Sea para aderezar una ensalada fresca, sea para realzar el sabor de un pescado a la parrilla, Val de Quiroga es la opción premium. ¡Este virgen extra no puede faltar en tu cocina si eres un amante de la gastronomía gallega más original!
Por lo demás, un detalle que valoramos mucho de la marca Val de Quiroga es que su producción local está totalmente comprometida con la sostenibilidad y el consumo responsable. Pues sus prácticas agrícolas son respetuosas con el medio ambiente y su enfoque en la agricultura tradicional garantiza no solo la excelencia del producto final, sino también la preservación del entorno natural de los olivares.
Con su sabor inconfundible y sus procesos de elaboración propios de la agricultura sostenible, Val de Quiroga es más que un simple aceite de oliva; es un símbolo de orgullo y tradición para los habitantes de Quiroga y una ventana a la apasionante cultura culinaria de Galicia para el resto del mundo.
Con todo, cabe recordar que el aceite de oliva virgen extra de Val de Quiroga dispone de una producción muy limitada y son escasos sus puntos de venta.
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Y es que el aceite gallego reúne todas nuestras motivaciones como plataforma de delicias gallegas. Pues, como vimos, la historia del aceite de oliva en Galicia es la historia de un producto local de categoría gourmet donde prima la perseverancia, adaptación y respeto a la cultura del terruño.
Sin duda, desde sus humildes comienzos en la época romana hasta su resurgimiento en la actualidad, el aceite de oliva gallego ha dejado una huella indeleble en la cultura y la gastronomía de la región, representando no solo un producto culinario de alta calidad, sino también un referente de identidad y tradición.
Y todo ello gracias al sacrificio de esos pequeños olivocultores gallegos que han querido seguir escribiendo la historia de los olivos en Galicia y aderezando tus comidas con el aceite atlántico más exquisito. Por eso sus productos tan galaicos como exclusivos siempre encontrarán un espacio en nuestro catálogo de delicias gallegas.
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Referencias consultadas
- Asociación de Productores de Aceite y Aceitunas de Galicia (APAAG) (s/f). A oliveira en Galicia. Recuperado de https://bit.ly/3WBJYjI
- Reboredo Rodríguez, P. (2015). Caracterización aromática y fenólica de aceitunas y aceites de oliva producidos en Galicia. Recuperado de https://bit.ly/44ABueT
- Turismo Ribeira Sacra (s/f). Val de Quiroga. Recuperado de https://bit.ly/3QDnhba
- Visitar Ribeira Sacra (2021). Aceite y vino de Quiroga. Recuperado de https://bit.ly/4bb4kVB